El BMW blanco arrancó con los hermanos José y Genaro dentro. Aunque ahora lo conducía José, el vehículo estaba adaptado para que también lo pudiese conducir el inválido. José tarareaba la famosa "Un ramito de violetas" del fallecido Manzanita, mientras Genaro no hacía más que intentar asearse un poco su traje nuevo, que le había quedado manchado con el flujo de Rosa y con su mismo esperma.

- ¡Ya te dije que era un traje mu nuevo pa í a chingar con esta gachí! -le comentó José a su hermano, dejando su música por un momento y señalándole con el índice una de las manchas.
- ¡Calla hermano, que estas manchas las quitará la mama, pero la follá de hoy no me la quita nadie!
- ¡Cierto, cierto, esto no se pué negá! ¿Qué te ha parecido la Rosa?
- ¡Qué es muuu puuuta, muuucho! -sentenció Genaro estirando como un chile las ues de la frase.

Publicado el martes, enero 07, 2014 por El Barquero

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Foto: El fotógrafo François Benveniste y la modelo Zellie




La joven Rosa despachó muy rápido a los dos gitanos tras haberse complacido con ambos. Con la excusa de que iba a recibir una visita de su madre estuvieron pronto fuera, aunque hubiera promesas de rápidos reencuentros. Ya sin los hermanos en la casa, Rosa me indicó que podía abrir la puerta del falso armario, cosa que hice complacido, porque a pesar de que el espectáculo había valido la pena y me hizo olvidar incomodidades ya me empezaba a encontrar entumecido.

- ¿Quieres tomar algo? -me preguntó mi tutelada, aun desnuda por completo.
- Se agradecerá un café...

Ella marchó en dirección a la cocina y luego me hizo saber que ya había puesto la cafetera al fuego.

- Estate atento, porfa. ¡Que me voy a duchar!

Me serví el café y estuve esperando sentado en una pequeña mesa de la cocina. Rosa volvió a salir completamente desnuda, aunque ahora ya no llevaba ni la cinta en el pelo, ni la cruz de oro, ni los pezones pintados.

Publicado el viernes, enero 03, 2014 por El Barquero

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José fue a por un paquete de preservativos que sabía estaba en uno de los cajones de Rosa. El enfado hizo que se le bajase un poco la tremenda empalmada pero regresó raudo donde le esperaba la joven. Rosa, con dos meneos a la verga del gitano, hizo que ésta recuperase toda su fuerza.

- ¡Te voy a pedir una proeza! 

Le soltó Rosa al bailaor cuando le tuvo de nuevo a punto, mientras teatralmente abría sus piernas y extendía los brazos formando una aspa y se contorsionaba como un monigote de izquierda a derecha. Su actuación era del todo intencionada, porque sabía que el artista se encendía ante poses como aquéllas.

Publicado el viernes, enero 03, 2014 por El Barquero

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Tras su confesión conmigo en la iglesia, Rosa se comprometió a cumplir las penitencias que le impuse. A principios de la semana siguiente me llamó para explicarme, con su torbellino verbal de siempre, cómo le había ido con Anselmo. El resultado, me dijo, fue ambiguo. Porque su novio, como era previsible, quedó espantado al conocer las andanzas de Rosa, que por otra parte no se privó de descripciones en mi opinión bastante más detalladas de lo necesario. Era evidente que mi joven tutelada continuaba torturando a su ingenuo novio, aunque ahora lo hiciese siguiendo mis preceptos. Anselmo se exaltó ante los vivos cuadros pintados por Rosa y en su imaginario le crecieron unos cuernos gigantescos con los que habría deseado asaetearla. Lloró y pataleó como un niño y al final acabó follándosela violentamente, ametrallándola con su verga y consiguiendo, sin saberlo y por vez primera desde que estaba con ella, lo que mi protegida denominaba "los tambores del sexo bien hecho", es decir, un flop-flop-flop de polla en coño bien encharcado y un clap-clap-clap de sus cojones golpeando el sexo encendido de Rosa. Ella, aficionada a ponerle nombres expresivos sus sensaciones, me dijo que había tenido "una carrera de corridas" tan larga que había acabado con el sexo y el vientre doloridos. 

Pero tras descargar entre gemidos de gusto, rabia y pena, Anselmo descabalgó rápido de Rosa y le dijo que lo suyo había acabado, que era una mala puta y mujer poco de fiar con la que ya no quería tener trato alguno. Rosa, que a pesar de su sadismo con Anselmo, estaba a su manera enamorada de él, se apenó mucho ante la reacción final de éste y acabó rematando su "carrera de corridas" con un tremendo, sentido y largo llanto de magdalena.

Publicado el miércoles, enero 01, 2014 por El Barquero

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La lectura del libro de Daniel Bergner ¿Qué quieren las mujeres? me ha reafirmado una vez más en mi convicción de casi toda la vida de que las normas imperantes en lo relativo a la sexualidad y al emparejamiento, son patrones culturales obsoletos que chocan en numerosas ocasiones con la propia naturaleza humana.

Aunque el libro está escrito por un hombre, periodista y escritor, lo cierto es que la mayor parte de los datos e ideas que aporta se basan en investigaciones de mujeres científicas, lo cual las dota de un particular valor en cuanto a estar más exentas de manipulaciones intencionadas.

Publicado el miércoles, enero 01, 2014 por El Barquero

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