Mientras Berta, sentada en el sofá, la escuchaba, Belinda desarrollaba múltiples tareas en la casa, una de cuyas principales finalidades era la de exhibirse. Sin duda, Berta lo reconocía, su amiga lo hacía con elegancia y con una teatralidad muy estudiada que hacía aparecer lo premeditado como casual. Así, Belinda, que la había recibido hacía sólo cuestión de unos cinco minutos, muy formalmente vestida con el atuendo propio de una respetable doctora en días de consulta, se hallaba ya semidesnuda, cubierta sólo por unos pantaloncitos cortos verdes muy ajustados y mostrando plenamente el palmito de su cuerpo. Pero en apariencia Belinda lo que quería era simplemente enseñarle a Berta los mínimos pantalones, que pensaba usar para hacer espining.

¡Ay! La taimada Belinda sabía bien donde iban a ir los ojos de su querida Berta, mientras ella comentaba, moviéndose con suma gracia, el corte de los pantalones verdes de deporte. Porque aunque Belinda se amaba y deseaba a sí misma por entero, conocía de sobra el magnetismo abrumador de sus pechos, aquellos dos deliciosos quesos de tetilla, como gustaba de decir utilizando la metáfora gastronómica. Pero era cierto, las tetas de Belinda, por su forma, curvas y líneas parecían haber inspirado a los queseros gallegos y sin duda estaban para comérselas. No sólo la grávida consistencia de aquellas tetas resultaba seductora- "Su propio peso hace que caigan firmemente", dijo en una ocasión Belinda -sino que remataban en dos aureolas morbosas, grandes y cónicas, rugosas, en las que el pezón poco destacaba del resto. Éstas venían a ser como el cúlmen luminoso de dos cúpulas impresionantes, diseñadas por el gran arquitecto ADN.

Publicado el miércoles, octubre 09, 2013 por El Barquero

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Una y otra vez te sacudes,
tiemblas,vibras y te despeñas,
por las profundas gargantas,
que recorren tu fértil vientre.

Se dispara tu cuerpo como un arco,
tenso hasta el límite y mostrando,
la energía salvaje de mil yeguas,
corriendo libres salvajemente.

Eres la fuerza del placer rotundo,
la llama de la madre tierra,
el rayo que parte hacia el cielo,
tras el estallido soberbio.

Publicado el martes, octubre 08, 2013 por El Barquero

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Te voltea, te posee, te mueve.
 
Quién eres tú ahora?
cuando tu aire es el suyo
y él lo ha de respirar antes,
para que te alimente y dé vida.

¿Quién eres tú ahora?
Criatura esclava de los orgasmos,
de los gozos y las perversiones,
que sólo tu dios humano proclama.

¿Quién eres tú ahora?
Encharcada, palpitante y que suplica,
ser penetrada sin compasión,
y chorreada de leche dentro,
entre gritos de animal encelado.

Te voltea, te posee, te mueve.

Publicado el lunes, octubre 07, 2013 por El Barquero

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Consciente de lo delicado de su situación, Berta realizó dos bravíos intentos por solucionarla, apuntando hacia blancos diametralmente opuestos. En primer lugar buscó sosegar su exacerbado deseo, poner límites y fronteras a unos impulsos que parecían totalmente desbocados. Era una vía muy nueva para ella y con la que su carácter y temperamento parecían poco compatibles. La lucha contra el apego a los sentidos y la disciplina, que no es disciplina, de contemplar nuestras emociones sin que éstas nos dominen, es un combate que pueden realizar con éxito sólo un tipo determinado de personas, aquéllas propensas a sondear dentro de si mismas, a la introspección y a un controlado autoaislamiento. Para los personajes sensualmente explosivos como Berta, que por tendencia natural hacen cosas antes que pensarlas, la práctica del desapego resulta muy ardua.

Berta jamás había tenido necesidad alguna de limitarse en sus prácticas sexuales. Dotada de sentidos vigorosos, inteligente y audaz, la mujer estaba acostumbrada a gozar del sexo plenamente y siguiendo siempre sus impulsos. Le había ido muy bien hasta entonces, disfrutando mucho desde que era adolescente y prácticamente alcanzando simpre lo que se proponía en materia de sexo. Incluso los enamoramientos, intensos pero breves, estuvieron exentos de los dolores y malestares que suelen llevar aparejados. Pero ahora Berta se veía sorprendida por su obsesión enfermiza hacia el distante Tesifonte, algo que por primera vez en la vida la superaba.

Publicado el jueves, octubre 03, 2013 por El Barquero

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En la gran tienda, repleta de aparatos eléctricos, electrónicos e informáticos, Berta subió y bajó escaleras mareada. Deseaba huir de su obsesión, que cada vez la atosigaba con mayor virulencia. Quizás, pensó, salir de compras la ayudaría en aquella tarde gris de viernes.

Pero finalmente Berta resulto de nuevo vencida. La imaginaria lengua de Tesifonte paseaba de nuevo por sus labios morbosamente excitados, tensos anhelando el goce, húmedos por los flujos que ya chorreban y Berta tuvo que buscar consuelo en el escondite más próximo que encontró, tras la puerta de uno de los almacenes de la tienda. Sabiendo que lo que hacía era muy arriesgado pero llevada por un impulso ciego, se desnudó casi por completo y empezó a masturbarse alocadamente.

Publicado el miércoles, octubre 02, 2013 por El Barquero

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