En varias ocasiones estuve a punto de romper mi compromiso con Veranika para ir a visitarla a su hotel. En las conversaciones que tuvimos por teléfono y por whatsapp después de nuestro encuentro en Starbucks, la rusa dejó claras dos cosas: la primera fue que el encuentro iba a ser de naturaleza sexual, no se trataba de una visita de cortesía amical ni nada semejante. La segunda consistía en que no estaba dispuesta a darme detalle alguno respecto a cómo iba a discurrir la cita. Repetidamente le pregunté si estaba sola y repetidamente me contestó que "si tienes ganas de follarme, ven y no preguntes". Y bueno, era cierto que me apetecía mucho estar con la joven matemática. Como ya expliqué antes, a pesar de su discreta aparición en Starbucks, no se me escapaba que Veranika era una mujer de bandera, de aquellas a las cuales el acceso es muy difícil para los varones ordinarios, salvo que sea con la tarjeta visa en mano comprando sexo mercenario. Se trataba de una oportunidad si no única por lo menos de difícil repetición, de manera que al final acabé aceptando el riesgo que suponía la cita y acudí al Hotel Inglés, donde me dijo que se hospedaba, a las cinco de la tarde del día siguiente.
- ¿A qué habitación, por favor?
- En el ático sólo hay una habitación, señor.
Subí pues hasta el ático y mi primera sorpresa, al abrirse las puertas del ascensor, fue encontrarme con un gorila humano de casi dos metros que, a pesar de llevar puesta una sonrisa de lado a lado, no dejaba de ejercer un efecto bastante intimidatorio. En el mismo vestíbulo de la habitación el guardaespaldas me cacheó y, con un cierto susto por mi parte, se quedó con mi móvil. Luego me hizo pasar por una de las tres puertas del vestíbulo y el marchó por la otra.
Respecto del hombre que la poseía, que supuse sería el mafioso del que me había hablado, su edad sería de cerca de cuarenta años, llegaba casi a tener el mismo tamaño del gorila que me había recibido y se le veía fuerte, con brazos y piernas muy poderosos. La musculatura, sin embargo, parecía torneada más en barrios peligrosos, cárceles y campos de batalla que en el gimnasio. Su rostro era duro, muy duro, como escultura cincelada a hachazos, con unos ojos azules que quemaban al mirar. Iba rapado al cero, supongo que para encubrir una calva importante. Aunque Veranika no tenía nada de pequeña, encima de aquella bestia parecía una muñeca.
Desde el momento en que me vio entrar una sonrisa entre cariñosa y maligna apareció en el rostro de la estudiante. Observé como una mano suya iba hacia los cojones del mafioso, cogiéndolos y estimulando al primate para que la acometiera con más fuerza. Cuando ya me encontraba cerca de la pareja, Veranika se corrió berreando y sin dejar de mirarme.
El impulso sexual y el de huida competían en mi psique bravamente. Mi miedo pudo más en aquel momento.
- Veranika, con todos los respetos y con vuestro permiso, me gustaría marcharme.
La rusa contestó a mi petición con una risa tonta de niña traviesa.
- Ahora ya no puedes, bobo, has de follar conmigo... ¿Verdad Nicolái?
El gigante me sonrió abriendo los brazos con una expresión que parecía indicar algo algó como "Si ella lo dice..."
- Desnúdate querido... ¿no te pongo?
- Veranika, yo así... soy incapaz...
- ¡Pero qué cobardón! ¡Ay, menos mal que lo había previsto!¡Andrei, Andrei!
Ante la sonora llamada de Veranika, apareció pronto en la sala el guardaespaldas que me había recibido. Observé con espanto que esgrimía una jeringuilla con su correspondiente aguja hipodérmica. Mientras yo ya me daba casi por muerto, de repente Veranika me habló en francés:
- Ne ayez pas peur mon cher ami. Si je voulais être avec vous était nécessaire de recourir à une astuce. Depuis Nicolai est un peu sadique, cette proposition lui semblait intéressante. Mais je lui ai dit que je l'ai fait pour revenir à une impertinence que vous avez dit. Tranquillité et profiter, mon ami.
"No tengas miedo mi querido amigo. Si quería estar contigo era preciso recurrir a algún truco. Dado que Nicolai es un poco sádico, esta propuesta le pareció interesante. Pero yo le he contado que lo hacía para vengarme de una impertinencia que me dijiste. Tranquilidad y a gozar, mi amigo".
- ¡Marquis de Sade, "Jatil"! ("Jatil", algo así sonaba, lo que le dijo al final, luego supe que significaba "Querido")
- ¿Piensas que te voy a matar pequeñín? ¡Qué va, de poco me servirías entonces! ¡Quizás al final! De momento un poco de prostaglandina nos servirá... Estarás bien empalmado por mucho miedo que tengas. ¡Desnúdate ya!