En varias ocasiones estuve a punto de romper mi compromiso con Veranika para ir a visitarla a su hotel. En las conversaciones que tuvimos por teléfono y por whatsapp después de nuestro encuentro en Starbucks, la rusa dejó claras dos cosas: la primera fue que el encuentro iba a ser de naturaleza sexual, no se trataba de una visita de cortesía amical ni nada semejante. La segunda consistía en que no estaba dispuesta a darme detalle alguno respecto a cómo iba a discurrir la cita. Repetidamente le pregunté si estaba sola y repetidamente me contestó que "si tienes ganas de follarme, ven y no preguntes". Y bueno, era cierto que me apetecía mucho estar con la joven matemática. Como ya expliqué antes, a pesar de su discreta aparición en Starbucks, no se me escapaba que  Veranika era una mujer de bandera, de aquellas a las cuales el acceso es muy difícil para los varones ordinarios, salvo que sea con la tarjeta visa en mano comprando sexo mercenario. Se trataba de una oportunidad si no única por lo menos de difícil repetición, de manera que al final acabé aceptando el riesgo que suponía la cita y acudí al Hotel Inglés, donde me dijo que se hospedaba, a las cinco de la tarde del día siguiente.

Me presenté al recepcionista como invitado de la señora Veranika Uliánov y éste hizo de inmediato una llamada a la habitación que ocupaba la rusa. Después, me indicó, tras preguntarme mi nombre y apellidos, que subiera a la planta quince, que era el ático del hotel. 

  • ¿A qué habitación, por favor?
  • En el ático sólo hay una habitación, señor.

Subí pues hasta el ático y mi primera sorpresa, al abrirse las puertas del ascensor, fue encontrarme con un gorila humano de casi dos metros que, a pesar de llevar puesta una sonrisa de lado a lado, no dejaba de ejercer un efecto bastante intimidatorio. En el mismo vestíbulo de la habitación el guardaespaldas me cacheó y, con un cierto susto por mi parte, se quedó con mi móvil. Luego me hizo pasar por una de las tres puertas del vestíbulo y el marchó por la otra.

El espacio al que accedí era circular y muy amplio. Unos estrechos y alargados pilares, a guisa casi de paredes, se distribuían a  lo largo de la circunferencia exterior de la sala, creando entre ellos diferentes espacios, cada uno destinado a una función determinada. Tras los pilares y alejados varios metros de ellos, unas grandes cristaleras, formando un mosaico de rectángulos de diferentes dimensiones, permitían contemplar la ciudad, la mayoría de cuyos edificios quedaban por debajo. 

No fueron sin embargo las características del ático las que llamaron más vivamente mi atención, sino el intensísimo aroma a sexo que se olía en el lugar, que me golpeó justo al entrar. Enseguida observé que entre dos de los pilares, un poco a la derecha de mi lugar de acceso, se encontraba Veranika, completamente desnuda y bien empalada en la verga de su amante, descansando ambos en un sillón de cuero negro. La escena parecía haber sido preparada para recibirme y aunque me excitaba aquella situación por otro lado sentía mucho miedo y hubiera querido retroceder tras mis pasos. Pero algo me decía que aquello no iba a ser posible. Me acerqué dubitativo hacia la pareja de copuladores...

Veranika lucía como un animal bellísimo y potente y, tal como ya había supuesto, su vestimenta del día anterior no hacía sino ocultar el terrible encanto que poseía. Aparecía frente a mi de cuerpo entero, sentada sobre su follador y penetrada por éste, abierta de piernas como en una filmación pornográfica y dejando ver muy bien como el miembro grueso y erecto de aquel corpulento hombre entraba en su vagina. Las piernas y brazos de Veranika se veían estilizados y fuertes, sus manos eran grandes- el día anterior no me había llegado a percibir del detalle -y las tetas, voluminosas pero sin llegar al exceso, aparecían coronadas por unos pezones muy alargados y reciamente encabritados. La cola de caballo de Starbucks había desaparecido y su melena rubia caía como una catarata, despeinada por los ímpetus de las acometidas, en parte sobre su cara.

Respecto del hombre que la poseía, que supuse sería el mafioso del que me había hablado, su edad sería de cerca de cuarenta años, llegaba casi a tener el mismo tamaño del gorila que me había recibido y se le veía fuerte, con brazos y piernas muy poderosos. La musculatura, sin embargo, parecía torneada más en barrios peligrosos, cárceles y campos de batalla que en el gimnasio. Su rostro era duro, muy duro, como escultura cincelada a hachazos, con unos ojos azules que quemaban al mirar. Iba rapado al cero, supongo que para encubrir una calva importante. Aunque Veranika no tenía nada de pequeña, encima de aquella bestia parecía una muñeca.

Desde el momento en que me vio entrar una sonrisa entre cariñosa y maligna apareció en el rostro de la estudiante. Observé como una mano suya iba hacia los cojones del mafioso, cogiéndolos y estimulando al primate para que la acometiera con más fuerza. Cuando ya me encontraba cerca de la pareja, Veranika se corrió berreando y sin dejar de mirarme.

El impulso sexual y el de huida competían en mi psique bravamente. Mi miedo pudo más en aquel momento.

  • Veranika, con todos los respetos y con vuestro permiso, me gustaría marcharme.

La rusa contestó a mi petición con una risa tonta de niña traviesa.

  • Ahora ya no puedes, bobo, has de follar conmigo... ¿Verdad Nicolái?

El gigante me sonrió abriendo los brazos con una expresión que parecía indicar algo algó como "Si ella lo dice..."

  • Desnúdate querido... ¿no te pongo?
  • Veranika, yo así... soy incapaz...
  • ¡Pero qué cobardón! ¡Ay, menos mal que lo había previsto!¡Andrei, Andrei! 

Ante la sonora llamada de Veranika, apareció pronto en la sala el guardaespaldas que me había recibido. Observé con espanto que esgrimía una jeringuilla con su correspondiente aguja hipodérmica. Mientras yo ya me daba casi por muerto, de repente Veranika me habló en francés:

  • Ne ayez pas peur mon cher ami. Si je voulais être avec vous était nécessaire de recourir à une astuce. Depuis Nicolai est un peu sadique, cette proposition lui semblait intéressante. Mais je lui ai dit que je l'ai fait pour revenir à une impertinence que vous avez dit. Tranquillité et profiter, mon ami.

"No tengas miedo mi querido amigo. Si quería estar contigo era preciso recurrir a algún truco. Dado que Nicolai es un poco sádico, esta propuesta le pareció interesante. Pero yo le he contado que lo hacía para vengarme de una impertinencia que me dijiste. Tranquilidad y a gozar, mi amigo". 
Eso me acababa de decir Veranika. Era evidente que el ruso no entendía ni una palabra de francés, porque puso cara de gran extrañeza ante la parrafada de Veranika (¿cómo había sabido ella que yo hablaba francés?). Ésta se apresuró a justificarla ante Nicolai:
 
  • ¡Marquis de Sade, "Jatil"! ("Jatil", algo así sonaba, lo que le dijo al final, luego supe que significaba "Querido")

Las parrafadas y explicaciones tenían lugar con el gorila ya a mi lado, con la aguja preparada. Veranika gozaba de la situación. Nicolai no era allí el único sádico. 

  • ¿Piensas que te voy a matar pequeñín? ¡Qué va, de poco me servirías entonces! ¡Quizás al final! De momento un poco de prostaglandina nos servirá... Estarás bien empalmado por mucho miedo que tengas. ¡Desnúdate ya!
(Continuará)